jueves, 17 de julio de 2014

Análisis de las publicaciones

Si bien la moda es concebida como algo frívolo y sin contenido por el común denominador, la forma de vestir habla de nuestra personalidad, de quienes somos y sobre quienes queremos ser. Desde los orígenes de la historia, y una vez que el ser humano necesitó la ropa no solo como abrigo, la indumentaria comenzó a contar sobre el status social y el poder de cada persona. En décadas anteriores, quienes mejor podía traducir sus gustos en moda eran los de mayor nivel adquisitivo, ya que podían contratar un sastre o modisto que le haga las vestimentas. Con la llegada de la globalización, la moda llamada fast fashion copó cada rincón del planeta y acercó diseños (copia o no) de grandes diseñadores a todos. La llegada de Internet viralizó los outfits de las famosas it girls, que comunican su vida y preferencias ante los ojos del mundo, utilizando las redes sociales para construir su perfecta realidad, a la que todos quieren copiar. Acá se radica el debate. La indumentaria es una forma de pertenecer, en muchos casos aspiracional, pero a su vez, fue concebida para poner en evidencia a grupos como punks, góticos, etc., siendo de esta manera una forma de diferenciarse. Pero en el afán de ser originales como las it girls del momento, muchas chicas caen en lo que llamo la moda uniforme y de repente, vemos a todas con el mismo buzo Kenzo o con el mismo brazalete Hermes, entre otros tantos ítems que agotan.

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